Ya un amigo, que es dermatólogo, me había dicho, cuando inició la paranoia, que el cubrebocas no servía para nada, que el virus se transmite por las manos y objetos, y que en el último caso quienes deberían de usarlo son los enfermos. Pero bueno, yo puedo sonar como cualquier hijo de vecino esparciendo un rumor: “pues mi amigo dice…”. Pero ya El País publicó una nota confirmando esta versión. Lo peculiar es que en la Secretaría de Salud nadie usaba tapabocas, y lo peor de la nota es el porqué promovieron que toda la gente debía usar lo que a estas alturas ya es una prenda: “Porque la población lo pidió”, quesque para sentirse más seguros.
Dudo que alguien lo hubiera pedido, pero lo que sí es seguro es que la gente, azuzada por el tono alarmista que se le ha dado al surgimiento de la gripe porcina, lo adoptó de mil amores.
Así, la gente lo usa por diferentes razones: por sentirse seguro, porque es lo que le dicen en la tele, porque adoptan la pose de “yo estoy consciente de la enfermedad, mírenme”; y hasta habrá algún despistado que crea que es una cura.
Lo seguro es una cosa: el cubrebocas no sirve como método de prevención, a menos, repito, que estés enfermo.
Es fácil echarle la culpa de esta situación a los medios (los noticieros televisivos nocturnos o frases en los diarios como “sólo dos de cada diez la hacen”, pueden dejar a uno a punto de atrincherarse y listo para dispararle a los zombies), pero hasta qué grado le gusta a la gente dejarse llevar por ese alarmismo. Es más fácil convertirse en un integrado y formar gustosamente parte de la tragedia que detenerse a pensar por cinco minutos.
Mi posición no es la de seguidor de la teoría de la conspiración, es obvio que el virus está ahí; lo que harta es el manejo amarillista que le han dado los medios, en combinación con autoridades incompetentes, y la idiotez de la gente para asimilarlos.
Creo que la mejor manera de sobrellevar esto es con información fidedigna, no creer los rumores y mantener la calma. Y esto quiere decir no asustarse ni escandalizarse hasta de las bromas que salen al respecto. A final de cuentas, la risa es terapéutica y catártica, y siempre será mejor compañera en estos tiempos que la histeria y la paranoia.
Yo por mi parte, me seguiré riendo de los que se dan golpes de pecho en el emocionante mundo del Facebook y de los güeyes que van sólos en su coche con cubrebocas. Y por supuesto, me lavaré mucho las manos.
Para los azotados que seguro ya se ofendieron, aquí está este video para niños que deberían ver muchos adultos.
1 comentario:
DENLE UN OSCAR A ESE NIÑO Y AL VIRUS, SU ACTRUACION ES GRANDIOSA T - T
NO PUEDO NEGAR QUE LA PARANOIA ESTA PRESENTE, ES UNA LASTIMA QUE COMO BORREGITOS HAGAMOS LAS COSAS Y NO POR CONCIENCIA; PERO PUES YA EN LA SITUACION HAYQ EU ACTUAR, MIETRAS, SOLO USO UN TAPABOCAS CUANDO ESTOY N MI TRABAJO, Y CREANME, MI TIA SI ESTA ENFERMA XD (MENTALMENTE HABLANDO, EL TAPABOCAS HAY SI CHUPA FAROS T T )
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